Todos los días surgen nuevos deseos de
aprender cosas nuevas y diferentes en la personas;
desafortunadamente, no todos lo logramos. ¿Por qué?. Puede ser que
lo que se ve, a primera vista, es que no se tiene fuerza de voluntad
para insistir en el nuevo aprendizaje.
A mi parecer, esto es muy aventurado y
de poca fuerza. Eso sí, es una aseveración dolorosa para quien la
escucha y muy fría para quien la emite.
Creo que es necesario tener muchos más
datos para poder hacer un juicio de valor al respecto.
Escribo por mí, hablo por mí y
declaro lo que pienso de mí, en mi y conmigo (así de grande el
pleonasmo). Cuando trato de aprender algo nuevo tomo en cuenta varios
factores: a) el fin que pretendo alcanzar al aprender algo nuevo. b)
Los resultado que me va a generar ese aprendizaje; c) las ventajas
para mi trabajo o deseo definido. d) las facilidades que le dará a
mi vida personal u ocupacional.
Por supuesto, que profundizo en la
necesidad de ello. Me pregunto una y otra vez qué razones tengo para
ese aprendizaje. Lo veo como necesidad, más que como deseo o deber.
Trato de enfocarme en la necesidad con mucho cuidado.
Cuando analizo las cosas y veo que solo
son deseos, trato de eliminarlo y no decido eso.
Si veo que es un deber, analizo lo que
debo dejar de hacer, el tiempo que invertiré y los resultados que
generaré para los demás.
Si veo que es mi obligación, solo
cierro los ojos, acepto que debo aprender ese algo nuevo y no me
permito ninguna excusa para no hacerlo.
Comparto que para aprender algo nuevo
se necesitan tres cosas: paciencia, insistencia y resistencia.
Hasta pronto.