16/6/16

Mi nombre es Constancia.


Hoy elegí este nombre porque he conocido a muy pocas personas que poseen esta virtud: La Constancia.

Una gota de agua, sencilla, modesta y, posiblemente, insignificante, representa  el ejemplo incuestionable, maravilloso y edificante de la virtud de la Constancia.

Siempre se ha dicho que una gota de agua llega a horadar una piedra. No es la densidad de la gota  lo que la atraviesa, es su sempiterna constancia, es su una y otra y otra y otra hasta horadar la roca. La gota no se distrae, no se va de su lugar, no se le presentan otras necesidades ni otros rumbos. Ella está allí, insistente en su goteo y consistente en su ritmo.

Este es, definitivamente, repito un gran ejemplo que nos recuerda  insistir en lo que nos propongamos. Es decir, tenemos nuestro sueño, sabemos lo que queremos, cómo, cuándo, dónde, cómo, etc. No debería haber ninguna fuerza externa que nos haga cambiar de rumbo.

Cuando abandonamos nuestro sueño quiere decir que ni nos interesa servir, ni nos interesa darnos a los demás, ni tan siquiera  preparamos como la  gota de agua, en ritmo y tiempo iguales para no cejar en nuestro propósito.

Una gota de agua ni siquiera llama la atención; al contrario, a veces es molesta al oído; sin embargo, es el verdadero ejemplo de la constancia y su sonido nos dice: "Hazlo una y otra vez, insiste, resiste, persiste, sigue una y otra vez, no te detengas, insiste..."

Hasta pronto.

Escuela del Razonamiento 19 sept 2023